La espiral de la reflexión
En una etapa en la que por momentos la confusión puede apoderarse de nuestros días, la incertidumbre se muestra de gala y la intensidad parece nublar a la profundidad, reflexionar nos ayuda a poner claridad, nos identifica como seres inquietos, nos empuja a aprender y nos acerca – también así – a la empatía, a la valoración y la honestidad. Por eso hoy os hablo de la espiral de la reflexión.
Dice Álex Rovira que reflexionar es detenerse. Pararse a mirar, a observar con detenimiento, que es la antesala del ver claro, de la lucidez, del desarrollo de la consciencia.
También implica esperar, dejar madurar, contemplar activamente, escrutar con cariño y tiempo. Como bien dice, reflexionar es “parar mientes”, es prestar atención, dar importancia a lo que es digno de ella. Y creo que este período desde luego es un acontecimiento histórico que bien merece una pausa. Solo así podremos ver ese lado constructivo que a veces parece diluirse ante circunstancias complicadas como las que está trayendo Covid-19.
Te invito a que con los materiales que tengas – yo contaba con piedras blancas y un par de rotuladores – puedas crear tu espiral de la reflexión y si te apetece, compartas aquí tus palabras, tus comentarios y opiniones.
– De piedras y reflexiones –
Este tiempo me ha ayudado a crear una espiral de la reflexión, que continuará creciendo, con la vida, con los virus tal vez, con los confinamientos, con los compartires lindos, con las experiencias y las caídas.
Juntos. He aprendido que lo verdaderamente importante es estar juntos. Da igual dónde (en tu casa, en otro país, en otra provincia…); y da igual lo que hagamos, porque estamos. Juntos. Presentes. Bien cerquita. Acompañándonos en el camino. Dándonos amor, cobijo y apoyo.
La naturaleza respira. Por fin, parece decir. Siento que la naturaleza está alegre, con un fuerte verdor, en un crecer cíclico que se acompaña de cánticos y trinos. Parece que reconquista zonas – sus zonas – arrebatadas regalándonos espectáculos de sonidos, de presencia, de sorpresa por lo que antes no veíamos, no sentíamos ni escuchábamos… y ahora sí.
Familia. Acercarte a tu familia- genética y aquella que es “de vida” – y saber que están ahí; enviarles mensajes para casi sentirles, para que ese vínculo sea aún más fuerte, aún con la distancia.
Somos, con muy poco. No necesitamos apenas nada en realidad. Todo lo material no deja de sumar posibilidades y oportunidades. Y en realidad, si no tenemos material, también somos y mucho, somos al completo. Porque sacamos de donde no hay; reinventamos y sino, imaginamos, que eso siempre permanece. Y cuanto más imaginamos, más poder sentimos de que en realidad somos mucho con bien poco.
Somos emoción. Pura, como torbellinos, y también como un mar en calma. Somos emoción que entra, que sale, que sube y que baja. Escucharnos, estar atentos. Cuidar nuestras emociones, las de todos. Porque cualquier cosa nos emociona – a veces en forma de alegría, de enfado, de apatía. ¿Y sabes qué? Que somos puro corazón. Tratémonos con ese corazón tan grande que tenemos.
Salud. Percibir el bienestar en todos los aspectos de tu vida como un regalo, un lujo que vamos alimentando con nuestro cuidado. Y cuidarnos, tratarnos con respeto, amor, cariño, sin prisas, escuchándonos… es darnos salud.
Nuevos ritmos. Ha sido un cambio brusco que ha supuesto un ajuste de ritmos. Pues bienvenido sea. Mantener el antiguo ritmo, me agobia en esta nueva situación. Y si he de hacer cambios para encontrarme bien, ajustaré lo necesario. Porque ese ajuste me trae mucho bueno, tanto que estoy más abierta a ver cómo solucionar otros asuntos.
Somos creativos. Con cualquier cosita, creamos. Con nuestros propios cuerpos, con nuestra imaginación.
No Juicios. Si algo he visto y he aprendido en este tiempo es que quien va en la acera de enfrente paseando merece todo el respeto del mundo. Con mascarilla o sin ella. Con o sin guantes. Porque no conocemos nada sobre su situación familiar, laboral o personal. Porque no merece una mirada juiciosa y sí agradecerá mucho una mirada que transmita comprensión y cercanía.
Necesitamos naturaleza, porque somos ella. Volverán los árboles y la playa. Volverán las montañas y los senderos. Volverán los juegos, las cabañas y el trepar. Volverán, y cuando eso suceda, espero encontrarnos en los montes y las playas. Porque lo necesitamos, porque nos hace bien, porque somos naturaleza.
Valorar lo pequeño. Esos pequeños gestos, los pequeños bichitos, lo que antes podía pasar en muchas ocasiones desapercibido, ahora incluso lo vemos. Y con admiración. ¡Qué bonito es valorar lo diminuto! Y sin apenas darnos cuenta, cuán importante es la labor de lo pequeño en nuestras vidas.
Risa. Decía Charles Chaplin que la vida es una tragedia cuando se ve en primer plano, pero en plano general pasa a ser una comedia. Que el humor y la risa inunden las estancias de nuestro hogar porque es magia pura lo que consiguen.
Seres Adaptativos. Nos guste, más o menos; nos cueste, más o menos; en realidad, somos seres adaptativos. Supervivientes natos. Agradezco esa capacidad que tenemos porque nos convierte en seres flexibles, resilientes y fuertes.
Gratitud. Agradecer como práctica diaria, como hábito. Porque no cuesta nada y vale de mucho.
Somos Vida, somos Juego. Que lo que hagamos, lo hagamos con disfrute porque sino… ¿merece la pena?
¿Te animas a crear tu espiral de la reflexión? Podría ser un buen ejercicio para familias… o simplemente para ti, que me lees ahora.
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