El Palo de mi aventura
Nos ayuda a caminar, nos sostiene y acompaña, nos acompaña. El palo que viene con nosotros en una ruta, se convierte en un compañero más. Es el palo de mi aventura. No es cualquier palo. A los niños y niñas no les vale cualquier palo tampoco. Es un palo que, por lo que sea, es especial; tiene ciertas características que lo convierten en un palo valioso para ese día o ese momento.
Caminante no hay camino,
Antonio Machado
se hace camino al andar…
La propuesta que os traigo precisamente va de eso. De palos y emociones. El palo de mi aventura es una propuesta para salir a caminar, a hacer una ruta o visitar la naturaleza y vincularnos al entorno natural y sus elementos. Porque además nos invita a observar y ser más conscientes de lo que nos rodea.
¿En qué consiste la propuesta?
Se trata de acercarnos a la naturaleza con un nuevo compañero de aventuras, al que se le irán sumando accesorios y complementos interesantes y especiales de nuestro camino.
Recomiendo llevar de casa hilo, lana o, para más facilidad de aquellos que no saben hacer nudos aún, gomas elásticas (de colores por ejemplo). Esas gomas las podemos poner en nuestro palo y nos ayudarán a mantener y unir los demás elementos naturales que vayamos incorporando.
¿Vas paseando y ves una hoja verdaderamente peculiar? ¿O esa pluma que acabas de descubrir entre el manto de hojas otoñal? ¿Y ese líquen divertido que os ha provocado un rato de juego?
Podemos ir incorporando en nuestro bastón o palo esos elementos naturales que resulten especiales durante nuestra caminata. Al final del paseo podemos ver qué elementos hemos encontrado cada persona, por qué hemos incorporado esos y qué rincones del bosque elegimos cada persona para dejar nuestro palo o los elementos.
Recordad que los hilos o gomas deben regresar a casa para poder usarlos otro día con otro palo.
¿Y sabéis lo que sucede?
Suceden cosas como que los adultos y niños nos ponemos a decorar nuestro palo, a tallarlo, a crear caras y personajes en él y darles nombre. Cosas tan bonitas como el compartir y el agradecer un día de ruta con tanto juego, disfrute y atención a lo que nos rodea. Suceden momentos de maravilla y asombro; de sorpresa y espontaneidad.
No es un simple caminar. Es un caminar reconociendo lo que hay a mi alrededor. El lugar donde habito.
En el palo de mi aventura un día me visitó una babosa negra. ¡Me encantó su visita!
Y ese día, esa visita, llena de babosas, hojas, bellotas y de crear a doña musga con un pelo de lo más divertido y verdoso… lo recordaré. Porque fue especial, porque hubo emoción, porque fue importante para mí.
Sucede que nos vinculamos a la naturaleza desde el amor.
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